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Darse Tiempo

Inspiración, creatividad y buena onda. Posteo de cine, libros, música, la vida y lo que me gusta.
El fin de semana del terror.
De ayer…
Necesito sacarme esto del pesho.
Seguir leyendo «5 opiniones poco populares sobre Harry Potter»
Y rabia. Pero más pena.
De la contingencia misma.
Tanta tontera, pordios.
Seguir leyendo «5 cosas que Hollywood debería dejar de hacer»
La cruz de quien ama viajar.
Sin querer queriendo encontré 5 tendencias más que no me gustan, o que no entiendo por qué pegan tanto si son tan feas. Jaja.
Seguir leyendo «5 tendencias de la moda que no me gustan, parte 3!»
Voy a ser Pitufa Gruñona un rato porque aaaaahhh, odio el caloooooor.
Hay actores que seguiría por cielo, mar y tierra. Esta no es esa lista, todo lo contrario. Estos son los nombres que me hacen no querer ver una película o serie o lo que sea, me cargan. Los ooooooodio. ¿Felices?
Esta lista fue sugerida por mathilda, a quien le gusta cuando destrozo cosas y por eso me cae bien. jaja. Que comience el destrozamiento!!
Seguir leyendo «5 Series que me cargan y me gustaría destrozar»
He visto haaaaarta película mala. Algo en mi no puede dejar de ver algo a la mitad, así que si está muy fome, la adelanto para ver en qué termina el desastre. Por último! Estas son sólo 5 de las peores películas que he visto inmylife.
Hace mucho que quería incluir cosas de moda y colorientas en el blog, pero no sabía cómo. Así que hice hartos Top 5 y ahí vamos viendo cómo sale, cómo responden ustedes y eso. Por ahora, les muestro 5 tendencias de moda que me cargan.
Puede que terminen odiándome a mi, pero es lo que es. Hay varios personajes en Harry Potter que aborrezco con alevosía, los patearía en el suelo con gusto y cero arrepentimiento, porque me caaaaaargan. Por distintas razones, claro. Y aquí están. Dun dun duuuuun. Jajaja.
Ayer leí en el diario que la cadena de cines Cinemark no va a exhibir Shame por su alto contenido erótico. Yo vi Shame hace rato y no me pareció tan fuerte. Si una semi-cartucha como yo no queda traumada, no veo por qué una cadena dedicada al cine tiene que ejercer este tipo de censura.
Hay miedos y miedos. Quizás por eso tenemos tantos sinónimos para esa palabra en español: susto, pánico, terror, fobia. Cada nivel es distinto, cada miedo es diferente y algunos son, incluso, superables. Con terapia, sin terapia, de la nada. Hoy les cuento de mis miedos superados y de los no tantos.
Desde que tengo memoria le tuve miedo a los extraterrestres. Mi madrina (linda ella) me dijo alguna vez que ellos me habían venido a dejar entonces, obviamente, un día me iban a venir a buscar para llevarme de vuelta quizás dónde. Yo, hija de matrimonio recién disuelto, desarrollé un miedo atroz por ese algo que iba a venir a separarme de mi mamá. Era chica, tenía unos 4 ó 5 años. Mal.
Gracias a la broma familiar, nunca pude ver ET como muchos de ustedes, tenía pesadillas con los hombrecitos grises de ojos grandes y cada vez que escuchaba la música de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo se me paraban todos los pelos y me daban ganas de meterme debajo de la cama. ¿Alguien dijo trauma? Fue así durante años.
Ya en la adolescencia recuerdo pasar noches en vela por estar convencida de que esa noche iba a pasar; esa era la noche en que iban a venir y me iban a llevar. Me quedaba en la cama sintiendo un miedo paralizante, literalmente, porque pensaba en arrancar pero no podía siquiera darme vuelta. Veía las luces por la ventana y todo. De nuevo: mal.
Hasta que un día, hace un par de años, estaba leyendo una revista cuando me di cuenta que en la portada venía uno de los hombres grises. Y yo estaba tocando la revista. Y no me dio miedo. Todavía recuerdo el semi-ataque de risa que me dio al darme cuenta que no tenía miedo! Me daba lo mismo y poco menos que me pasé la foto por la cara en un momento de locura para probarle al mundo que era valiente y ya no temía enfrentarme a los extraterrestres. Llamé a mi mamá para contarle y nos reímos mucho. Ahí pude ver ET y otras películas, aunque me falta Encuentros Cercanos, esa es mi prueba de fuego. Se viene.
Hay otro miedo pero este me lo tengo que aguantar: andar en avión. Me da terror. Me gusta viajar y conocer otros lugares, ir en un auto o en un bus mirando el paisaje mientras escucho música, lo encuentro delicioso; pero ya sacando los pies de la tierra, comienzan los problemas. Que el ataque terrorista, que la falla del motor, que la tormenta tropical, que el problema mecánico X. Me paso mil películas y ninguna termina bien, así que he debido optar por mi amigo el ralajante muscular para dormir un ratito y así sentir que el viaje es más corto, sentir que llego luego al destino. Mi momento más feliz es el aterrizaje y, más aún, cuando es en Santiago y ya llego a mi casa. Hogar, dulce, hogar.
Supongo que ese miedo no tiene tanto que ver con la muerte, todos vamos para allá, sino que con el dolor físico que pueda provocar. Eso me da miedo. Como muchos de ustedes quizás, siempre digo que si tengo que morir de forma traumática, que sea rápido, sin dolor, sin darme cuenta. Sin saber qué está pasando. No tener el control de lo que ocurre, no poder hacer nada por cambiar un resultado o por ayudar en lo que sea, me da pánico. No sé, quizás en un auto sí pueda ayudar porque voy ahí al lado y aunque no manejo, sé manejar. Pero en un avión, ¿qué hago? Ahora me encomiendo a toda mi gente que me cuida desde arriba y me entrego a lo que venga porque de verdad que no hay nada más que hacer. Me da susto igual, me duele la guata y es incómodo, pero lo hago. Si a veces soy Gryffindor.
Mi miedo más grande es a los bichos aquellos de ocho patas. Es fobia. No puedo escribir el nombre, no puedo ver fotos, no puedo escuchar historias y todo el mundo siente esa necesidad compulsiva de relatarme con detalles y mímicas sobre sus encuentros más top con ellas, en el campo o la playa o donde sea, y YO NO QUIERO ESCUCHAR. Siempre me pasa. SIEMPRE. Como si fuera gracioso.
Las fobias son miedos inexplicables. Alguna vez una terapeuta me dijo que quizás tuve un encuentro cercano del tercer tipo con una y por eso les tengo miedo. Yo no recuerdo nada así y, es más, recuerdo que con mi hermano jugábamos a sacarlas de una muralla vieja que había en nuestro pasaje. Todos los niños con un palito sobre la pandereta. Entonces de más chica no les tenía miedo. No sé qué pasó.
Sí recuerdo estar en el cine viendo Moonwalker, la película que hizo Michael Jackson (caída de carné), y hay una escena en que aparecen muchísimas de ellas y grandes y todas corren hacia arriba de la colina y el sonido que hacen es atroz. Pero sólo recuerdo la escena, no recuerdo haber sentido miedo o nada. Raro.
Obviamente no les voy a poner foto ad hoc porque me muero, me da el ataque al corazón y todo. En serio. El miedo es tal que la reacción física es fuerte: paralizante y lacrimosa instantánea. Quizás debería someterme a hipnosis para superar esta cuestión, aunque no le tengo mucha fe a la hipnosis.
¿A qué le temen ustedes? ¿Han podido superar algún miedo? ¿Me recomiendan la hipnosis?
En realidad odio hacer ejercicio. Nunca me gustaron las clases de gimnasia en el colegio, a menos que significara jugar a algún deporte (en la básica, por una de esas cosas raras de la vida) nos enseñaron a jugar Handball y sonó el profe porque nunca más quisimos hacer nada más que jugar Handball, era demasiado entretenido. En la media jugué volleyball, deporte que siempre he amado y me emociono hasta que se me paran los pelos cuando transmiten los partidos durante los Juegos Olímpicos, por ejemplo. Siempre lo digo, Cuba versus Brasil. Los mejores partidos de la historia!!
Pero ir a un lugar lleno de gente sudorosa a jugar con unas maquinas para ver si puedo sacar músculo? No es para mí. Ya me dio lata tener que ir con ropa de trabajo, llevar un bolso, cambiarme por allá, ir a la clase y todo lo mismo pero alrevés. No, gracias. Soy cómoda y no me da para hacer tanto esfuerzo por el músculo.
Sí entiendo que es necesario que el cuerpo se mueva. Es necesario hacer ejercicio, de alguna manera, sobre todo si se trabaja en oficina o frente al computador toda la tarde. Así que entre los juegos de la Wii (que ya me aburrieron) y los DVDs de yoga (me dan sueño), decidí tomar el toro por las astas y me metí a Zumba.
Zumba es como baile entretenido pero más power (no acordarse de Sergio Lagos aquí, por fa). En la Zumba no hay pausas y los bailes con aeróbica se vienen unos tras otros durante una hora. Se suda como condenada, pero lo encuentro muchísimo más entretenido que ir a hacer abdominales o sentadillas.
Llevo una semana yendo a clases. Sí, tengo que llevar un bolsito, pero en realidad a la vuelta no es tan traumático y el incentivo de ir a pasarlo bien durante una hora bailando salsa, samba, rumba, merengue, bachata y tantos otros ritmos latinos y no tanto, me hacen hacer el esfuerzo.
Entiendo que haya gente a la que le pase lo mismo con el gimnasio y las máquinas, que disfruten de correr en la trotadora 40 minutos mientras ven la tele o leen un libro. Yo no. Necesito que sea con leseo la cosa, si no, me da lata. Si el cuerpo pide salsa…
Advertencia: me voy a quejar harto en este post.
Es Marzo. MARZO. Y seguimos con los días hiper soleados en Santiago, con temperaturas sobre los 30ºC y, lo que es peor, noches demasiado cálidas como para conciliar el sueño. Resultado: mal genio colectivo y general.
Tengo poca resistencia al calor. Me carga andar transpirada o pegajosa, tener que soportar olores ajenos en el transporte público, que se me hinchen los pies y me moleste todo lo del ítem ropa. Claro, cuando uno está en la casa da lo mismo pero en la oficina o en la calle es un suplicio. Pienso en los hombres que tienen que soportar el calor con pantalones y calcetines/zapatos y me da más calor y no, gracias.
Podría pensar que en el desierto es peor. En alguna parte tiene que ser peor, por favor. Pero no me sirve. Tuve la suerte de ir a Medio Oriente un otoño, todos me habían metido susto por el calor que hace por allá y yo, conociéndome, de verdad no quería ir a puro sufrir con andar colorada como tomate todo el día y quedar pegada al asfalto por el sol. Pero no fue tan así. O sea, sí, hace calor, pero se sobrevive (aparte que hay aire acondicionado en TODAS PARTES).
El calor en Santiago es puntiagudo. Es seco, rebota en el piso y el efecto es doble, te llega por todas partes, es atroz. Lo rico es que, en esos días que ya son escasos, corre viento entonces la brisa en algunas calles es reparadora. El gran problema es que está haciendo mucho, mucho calor en la noche entonces es difícil dormir y al día siguiente seguimos de mal humor y así.
Quería postear sobre esto porque ya en la mañana está empezando a correr ese viento rico, ya no está tan claro como hace dos semanas. A las 7 recién está saliendo el sol entonces el calor se corre un poquito y eso me gusta (porque camino a mi trabajo entonces llegar toda sudada no es rico).
También quería agradecer el atraso del cambio de horario. Me gusta este horario. Me gusta que sean las 8 de la noche y todavía haya luz natural. Me gusta que el día al menos parezca más largo porque, aunque igual no lo aproveche, la oportunidad de aprovecharlo haciendo cosas productivas, está ahí.
Amo el invierno y la lluvia, pero lo quiero tanto que lo único en que pienso cuando veo las nubes por la ventana es en meterme a la cama con un rico té y ver películas o leer. Como que ya tengo ganas de hacer eso (y de usar mis bufandas y abrigos) pero sólo porque el calor agobiante de las últimas semanas me ha colmado la paciencia y quiero que haga la retirada luego. Ya po, Otoño. ¿Dónde andas?