De Fernanda Trías.
Clara vive encerrada junto a su papá y su hija en un edificio, desde donde ve el mundo. Una vecina le ayuda con las compras, tiene un dinero que le permite no salir a trabajar. Su única libertad es visitar la azotea, donde puede ser ella misma, sola.
No quiero contar mucho sobre este libro por si a alguien le interesa leerlo. Es una novela corta, escrita en primera persona. La autora es uruguaya y publicó su novela como 15 años después de haberla escrito. Llega justo en un momento en que todas nos podemos sentir identificadas con el encierro, aunque el de la protagonista de la historia es autoimpuesto.
Quisiera decir que disfruté la novela pero la verdad estuve todo el tiempo preguntándome para dónde iba, esperando que me revelaran la verdad concreta de lo que obliga a Clara a encerrarse. Ese momento no llega y sólo puedes inferir qué es lo que pasa, leyendo los delirios de la protagonista y sus momentos de lucidez también, porque hay harta paranoia y ansiedad en el relato, de principio a fin.
Terminé sintiendo que había estado incómoda durante todo el libro, por lo que se insinuaba al comienzo y lo que una asume es la realidad al final. Cuando las cosas quedan flotando a veces es difícil aterrizar lo que sientes con ellas, porque también te dejan con los pies lejos de la tierra. Lo que más recuerdo es la incomodidad, el querer terminar luego de leer para saber qué es lo que se oculta, esa vergüenza que tiene a esta gente sin contacto con el exterior.
Gracias a mi sis por prestarme el libro. No suelo leer autores latinoamericanos y tenía muchas ganas de hacerlo. 😀
Cuando quieras más libros ya tu sabes. 🙂
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