¡Volví del campamento!
Hace tres años que la escuela donde aprendo a bailar swing hace campamentos en el feriado largo de Octubre. La primera vez fue en el sur de Santiago y desde el año pasado que nos vamos a Villa Alemana.
Fueron cuatro dias (CUATRO DIAS) de clases, fiestas, baile, risas, cansancio nivel mátenme, frío, gente nueva, gente antigua, comida rica, conversación, jugosidad y dije baile? BAILE.
La dinámica del campamento es dura, te levantas temprano a tomar desayuno (que dejan de servir a las 10.15) para comenzar con clases a las 11 de la mañana. Yo tuve sólo la mañana del viernes libre, que aproveché para sacarme fotos y conversar con las amikas, pero después es clase clase clase clase. Almuerzo. Clase clase clase. Hora libre. Talleres. Cena. Fiesta hasta las 3 de la mañana. Repetir. ¿Se cansaron? Yo llegué muerta.
Este año, además, llevamos juegos y menos mal que tuvimos tiempo de jugar porque estuvo entretenidísimo. Aprendí a jugar Fantasma Blitz (mirando porque no jugué, me puso nerviosa) y mi Spot It fue un éxito! Se acercó una de las profesoras a jugar y fue hermoso ese momento, lejos lo mejor del campamento jaja. Es que es tan amorosa, la amé.
No les explico lo feliz que quedé con las clases. No me había pasado de quedar satisfecha con TODAS las clases a las que fui, sentí que todas me enseñaron algo y que las disfruté completamente, gracias a los profesores maravillosos que trajeron. A Sonia Ortega le tengo un cariño muy especial porque fue la primera bailarina que pude reconocer en videos sin que tuvieran su nombre (debe ser por el pelo corto) entonces fue a la primera que seguí siempre en youtube. Vino con Hector Artal, su pareja, y tuve una clase de lindy hop con ellos, nos enseñaron una rutina complicada pero preciosa que al final nos salió casi a todos y de verdad que casi lloré de emoción; después tuve una clase de charleston con Héctor y ❤ lo que nos enseñó fue tan delicado, tan bonito, y es un tipo grandote pero hace que todo sea posible jaja. Con Sonia también tuvimos una clase de técnica y necesito practicarlo mucho porque fue muy interesante.
A Ali no lo conocía (sorry), pero a Claudia Fonte sí la ubicaba porque Laura Bel (fundadora de la escuela y ex-aumna de Claudia) nos contó hace tiempo que iba a venir y que tendríamos charleston con ella. Así que llevaba meses esperando este momento! Y fue INCREÍBLE! La clase que nos hizo fue lo más exigente de TODO el campamento, pero lo disfruté a concho porque al final me salió la rutina! No sé cómo lo logré pero lo logré y juro que hice una mini ola para mi. Ella es seca, de verdad, es maravillosa, da unos giros increíbles, se mueve increíble, disocia el cuerpo increíble y nos enseñó cómo y la amo. DEBO PRACTICAR. Oblíguenme a practicar. Jaja.
El domingo tuvimos la última clase (con Sonia, de técnica) y después compartimos en un picnic al aire libre. Queríamos volver a Santiago temprano, por el taco magnánimo que se anunciaba, pero justo cuando nos fuimos a despedir se dio la oportunidad de sacarnos una foto con los profesores y yo aproveché, a título personal, de agradecerle a Sonia Ortega por existir. Fue mi momento fangirl y no me arrepiento (me abrazó apretado y me costó no llorar de emoción).
Cuando digo que a veces los profesores van más allá de enseñarte un algo es por eso, porque su disposición y amabilidad, su paciencia y buena onda, fueron cruciales. Lo comentamos en mi grupo, lo maravillosos que fueron, siempre sonrientes, siempre amables y cuando han venido profesores que nos dejan con tristeza y frustración preferimos celebrar esto, el que venga gente sencilla, que sabe harto y que aunque no sean TAN famosos, nos hacen sentir que podemos mejorar y que no somos lo peor. Los cuatro profesores que vinieron fueron así y pude bailar en clases con tres de ellos (Ali fue muy amoroso!! Ay, si lo amo también, desde ese momento que soy su fan). Entonces ❤

¿Les cuento el último momento fangirl chistoso? jaja. Iba yo ya camino al auto y paso por la cabaña donde estaba la gente de SwingValpo, entonces grito «Chao, Paz*! Nos vemos pronto!» y le tiro un beso mientras Paz me grita «Chao, Nati! Que tengan buen viaje!» y me lanza un beso. De atrás de Paz, sale otra amiga y me grita «Chao, Nati!» y yo le respondo «Chao, Karo!» y le tiro otro beso que ella me responde; pero iba pasando el profesor Héctor justo por ahí entonces yo, muerta de la risa, le tiro un beso y le dijo «Chao, Héctor, gracias por todo!» y él, amorosísimo, me tira un beso de vuelta y me dice «Chao! Gracias a ustedes!» En reírnos.
¿Iba yo a no amarlos? IMPOSIBLE.