El legado de Carrie Fisher

Mi adiós a la Princesa.

No iba a comentar la muerte de Carrie Fisher porque no comenté la de David Bowie ni la de Alan Rickman (creo), que son las muertes que más me han llegado en el corazón de fangirl. Pero me ganó la nostalgia y la pena, la verdad. Como que siempre supe que Leia había significado mucho para mi pero ayer lo sentí con fuerza en el corazón.

En general, doy vuelta los ojos con tirabuzón cada vez que un famoso muere y salen todos a llorar por él/ella, lo encuentro una tontera porque la gente se muere siempre y ya. Nunca los conociste. Claro, hasta que te tocan a uno que de verdad significó algo para ti, como Carrie, y se siente el pesar universal en el saber que ya no está entre nosotros (aunque, físicamente, nunca lo haya estado porque nunca la conocimos en persona).

He hablado varias veces de lo mucho que amamos Star Wars en mi casa, de cuándo la vi por primera vez (a los 4 años) y de la tradición que tengo con mi mamá de ir a ver las películas nuevas al cine apenas las estrenen. Es parte de nuestra familia, de lo que compartimos como madre e hija, y es algo que tiene que ver con la historia que vemos, pero también con los personajes y ahí Leia es crucial.

Leia fue mi primer héroe. Cuando Disney me bombardeaba de princesas que cantaban con pajaritos y esperaban que llegara el príncipe azul a salvarlas, Leia Organa se disfrazaba del enemigo y con una pistola rescataba al amor de su vida, sin arrugarse, sin perder su femeneidad ni su amabilidad, porque en el alma, Leia era una persona magnífica, que entendía su papel en la guerra pero que nunca dejó de ser humana y de querer un futuro mejor, de verdad.

Leia no siempre fue así en el papel y aquí es donde Carrie Fisher entra al juego, porque odiaba el bikini dorado, porque cambió varios diálogos para hacer que Leia fuera más bacán, porque nunca escondió su disgusto con algunas decisiones de George Lucas y se las dijo por todos los medios, porque hasta el final supo que Leia era su legado y lo aprovechó para que la escucharan, toda esa gente que no quería escucharla.

Carrie Fisher tenía dos desórdenes mentales mala onda y siempre dijo que se metió en las drogas para sentirse normal. Nunca escondió su pasado y el por qué hizo lo que hizo, porque eso le dio espacio para hablar del tema de su vida, los transtornos psicológicos, e intentar normalizar enfermedades que están más cerca nuestra de lo que creemos pero que todavía son vistas como algo a descartar. La empatía, el amor, la consideración… Carrie Fisher quería extenderle una mano a todos los que padecían enfermedades como las de ella y el mundo se lo agradeció.

A los medios no les gustaba tenerla cerca, por eso anduvo perdida por mucho tiempo, porque como era «loquita bipolar» decía las cosas sin filtro, hablaba con garabatos y le mostraba el dedo del medio a todo el mundo, con o sin cámaras. Las princesas no son así y a los gringos les molestaba que una mujer fuera tan decidida y sin pelos en la lengua. No la vetaron pero no la invitaban a todo. Veneraban a Harrison Ford, a Mark Hammil, pero a ella la sacaban al aire para hablar del bikini dorado, base de la fantasía sexual de una generación completa. Y ella lo odiaba.

Por eso quise escribir esto hoy (ayer), porque aunque este blog es chiquitito, me parece importante comentar el legado de Carrie Fisher, eso que me dejó a mi, que la vi por primera vez a los 4 años, ahorcando al malo de la película en una venganza que no había visto jamás y que me hizo amarla por siempre.

¿Cuál es ese legado? Sé una persona amable, sé una mujer pensante y no te censures a hablar frente a un hombre; sé fuerte porque la vida te va a lanzar cosas pesadas pero tu puedes conseguir lo que quieras; desafía las convenciones y al patriarcado; saca la voz y atrévete a proponer; comparte tus ideales; no tengas miedo a envejecer y enorgullécete de ti siempre.

He visto un par de tweets que me llenan el corazón, sobre gente que quiere vivir el 2017 como la Princesa Leia para enorgullecer a Carrie Fisher. ❤ El mensaje de Leia siempre fue la esperanza y en un año como el que hemos tenido, se hace un poco difícil mantenerla viva pero está ahí, de la mano de la Princesa Organa y de una mujer que parecía tenerlo todo y que pudo dormirse en sus laureles pero que eligió levantar la voz, a pesar de ser chiquitita físicamente, y usar su fama para enfrentarse a los cánones del cine ochentero y de la vida, en realidad.

Como decía uno de los tuits que vi: «Sé la Princesa Leia el 2017. Pelea en la primera línea. Estrangula a los fascistas con las cadenas que te hicieron llevar. Sé un puto General». Y sí po, basta de mirar cómo nos hacen mierda. Viva la revolución. Viva Leia. Viva la Fuerza.