Vacaciones (parte 5): Barcelona, parte 1.

La primera parte de Barcelonaaaaaaaa.

Llegué a Barcelona un día domingo, me quedé con mi amiga Ale (tananaaaa, la había extrañado muchísimo) y como mi amiga desde hace siglos, Mireia, vive en Barcelona hace mucho tiempo, las presenté y se hicieron amiguis y me sacaban pica porque se juntaban a almorzar o a tomar té. Malditas. Jaja. Así que pudimos salir las tres con mucha buena onda, las dos me mostraron la ciudad en la que viven. Estuve en Barcelona haaaaartos días, y algunos salí sin cámara, pero esto es lo que les puedo mostrar.

Hay harto callejón en Barcelona, y este fue el primero que encontramos el lunes siguiente a mi llegada, que resultó ser un día feriado. Después de sacar esta foto, el amigo motociclista aquí nos dijo, muy amablemente, que la calle del fondo, donde está el arco, es donde Picasso solía visitar a una amiga especial que tenía en el segundo piso. ¿Hubiese sabido ese dato hiper freak si él no lo cuenta? No, pues. Por eso es chori que la gente vea que no eres del lugar y te cuente cosas maravillosas. Empezamos el paseo con el pie derecho!

La siguiente parada fue esta dulcería. Estaba repleta. Podías ver cómo hacían los lulos gigantes de muchos colores, que después cortaban en pastillitas y vendían en estos potes hermosos. Recuerdo que cuando era niña comía mucho de estos dulces, hasta que me tocaron unos de anís muy fuertes y nunca más pude comer. Pero son lindos.

Subimos un cerro. Los cerros me persiguen. En la cima del cerro, que en realidad es un monte, está este lugar diseñado por el hijo pródigo de Barcelona, Gaudí. La mayoría de la gente que visita Barcelona, lo  hace para ver el trabajo de este arquitecto que se dedicó toda su vida a cambiar el look de la ciudad y a llenarla de color y diseños únicos. Yo reconozco que no soy muy fan, por eso no entré a la casa-museo pero reconozco que el tipo tenía una imaginación privilegiada.

Este es unos de los muchos mosaicos que adornan el lugar. Este es el techo. Y alrededor hay columnas enormes, todas cubiertas de mosaicos de colores. Es muy, muy lindo.

Y esta es la otra parte del Monte, donde hay un café y te puedes sentar a almorzar o a tomar algo. Hay haaarta vegetación porque haacia ese lado hay un parque y la gente va a trotar o a pasear. Es muy lindo.

Ahí estamos las tres chifladas. Nos tocó un día despejado pero igual a veces corría harto viento. Me gusta el viento.

Desde el Monte puedes ver Barcelona. Se ve bonito, no? Hasta el mar.

Esta fuente creo que es del paseo del segundo día, no recuerdo cómo se llama pero era enooooorme y también tenía animalitos. Me recordó a las fuentes que vi en Madrid y en Dublin. Parece que hay una en todas las ciudades europeas, ja.

Mireia me llevó a conocer la costa y nos tocó un día soleadísimo! Había gente bañándose, tomando sol, paseando a pie o en bicicleta por la costanera, harta actividad. Harta gente de la tercera edad con trajes de baño. Mmmm. La costa es bien larga y hay varios pubs cerca, también hay un casino, así que es un lugar con harto movimiento. También hay una playa nudista. Por si les interesaba saber. 😀

De ahí partimos a almorzar a La Barceloneta. Me gustó mucho este barrio, las calles son angostísimas pero por lo menos cuando yo fui estaba muy tranquilo y eso me gustó. También hay tiendas de diseño hermosas y restaurantes con mesas en la calle, para disfrutar del sol. Mireia me contaba que esas guirnaldas de colores las ponen en la calle siempre que hay una celebración y los catalanes siempre están celebrando algo. Vimos muchas calles adornadas así en nuestro paseo.

Otro día fuimos a ver el juego de luces y agua de esta fuente. Es uno de los lugares más visitados de la ciudad, porque ponen música y el agua sube y baja y cambia de color y es top. O sea, pusieron música de Disney ese día.

De noche, me despido por hoy. Falta un post de Barcelona, donde les quiero hablar de cosas más culturales y serias *se pone los lentes*. Ojalá les hayan gustado las fotos 😀