La historia detrás de esta foto

Ayer subí esta foto a Twitter y Facebook porque la felicidad me embargó todas mis celulas, a pesar de la enfermedad y todo lo demás. Es que la expectación fue enorme y el resultado fue maravilloso. Aunque aún no puedo disfrutarlo, maldición.

Para quienes siguen mi blog hace tiempo y leen todas las entradas, o para quienes me conocen, saben que soy hiperfan del chocolate y que mi chocolate favorito de la vida es el Cofler Aireado. Ellos también saben que los supermercados hace meses que no lo traen, que está descontinuado y que mi visita constante a la sección dulcera de cuanto mercado encuentro es por esa ínfima posibilidad de que lo hayan traido de nuevo. Nunca pasa.

Ahí estaba yo, en mi lecho de enferma, cuando mi amiga Sandra (@aetenae) me envía un mensaje de texto diciéndome que encontró Cofler Aireado en la calle, en un puesto en la Alameda, y que si quiero que me compre. QUE SI QUIERO QUE ME COMPRE. Hay preguntas que jamás es necesario hacer. Inmylife. Le dije que OBVIO que sí, que me los comprara todos, que le preguntara al caballero dónde los había encontrado, que llevara a la CIA para averiguarlo. No, si parece que de verdad dije algo así.

La emoción me invadió de inmediato y le conté a mi pololo/enfermero/doctor y los dos nos quedamos ahí, perplejos. Es que la búsqueda ha sido incansable y la frustración de nunca dar con uno si quiera ha sido alta.

Y ahí llegó ella, con dos bolsas LLENAS de Cofler Aireado. Yo, post-vómito, ni siquiera pude abrir uno para olerlo pero los tengo. Son míos. MÍOS. Por fin. Escribo esto con los ojos llenos de lágrimas. Estoy TAN contenta. Quiero mejorarme luego para poder volver a saborear mis chocolates favoritos de la vida. Los he extrañado tanto. He buscado y buscado alguno que llene mi vacío chocolatístico pero no funciona. Yo lo quiero a él. El Cofler Aireado.

Y no, Natalia no comparte el chocolate. Sorry.