Ay, los Call-Center

Todos hemos tenido más de una experiencia con ellos, todos tenemos una historia qué contar.

En general, imagino que es un trabajo de mierda. Gente a la que la gritonean todo el rato, por lo mismo, yo intento ser súper buena onda con quien me conteste, amable, etc. Hasta que me sacan los choros del canasto. Nunca les grito eso sí ni los trato mal, mi estrategia es cortarles y buscar soluciones por otra parte.

Me ha tocado de todo. Cuando compré mi computador en Dell, tuve que hablar con alguien de algún país centroamericano a quien le entendía la mitad y me daba risa porque se supone que nosotros hablamos rápido pero tenía que pedirle al tipo que me hablara más despacio a cada rato, o que me repitiera conceptos porque de verdad no le entendía nada de nada. Otras veces, he tenido que llamar para alegar por cobros, por ejemplo, y la persona al teléfono cero aporte, repitiéndome exactamente lo que yo le decía que era el problema, pero ella en tono de ‘esta es la solución’. Obviamente, no llegamos a ningún acuerdo y tuve que despedirme amablemente y colgar.

Una muy querida amiga mía terminó con ataque de risa después de hablar con alguien del call center de Banco Estado. La habían cambiado de sucursal, de Santiago a Maipú, entonces necesitaba hablar con su nueva ejecutiva. Para eso llama al call center, donde le dicen que si sabe el nombre de la ejecutiva, ellos le transfieren el llamado; pero como mi amiga ni siquiera sabía que la habían cambiado, no conocía el nombre de la ejecutiva y pedía que le dieran el teléfono de la sucursal en Maipú para poder llamar ella misma. Banco Estado le dice que es imposible porque va contra la política de la empresa. Mi amiga, muerta de la risa, intentaba explicarle qué hacía entonces? No le dan el nombre de la ejecutiva pero tampoco los medios como para arreglar el tema sola. Siempre que nos nombran al Banco Estado nos acordamos de esa anécdota y suspiramos. El epítome del Uff.

Ayer, domingo, estuve sin Internet y como yo nunca me atraso en las cuentas, llamé para saber qué onda. La niña que me contestó se reía de todas mis preguntas y después me contestaba, demasiado amablemente, sobre los plazos para el pago y desconexión de los servicios. Estuve a punto de pararle el carro porque ¿cómo tan cara dura como para reírse antes de contestarte? Lo encontré rarísimo. Con la paciencia de Santa que a veces me caracteriza, y que nunca reconozco tener, le dije que no tenía más dudas y que hasta luego. Ella, antes de cortar, me dice: «bueno, gracias por llamar a VTR y, como siempre, señorita Natalia, su nombre significa ‘Majestuosa’, que tenga un buen día».

Plop.